La división se realiza en el mismo momento que el transplante. Ésta es la forma más directa de propagar las orquídeas epífitas. Aunque vale la pena recordar que cuanto más grande es la planta, mejores son sus flores; si la divides mucho, la planta se reduce y es probable que la floración se interrumpa durante algunos años. Así que lo mejor es esperar hasta que sea necesario, es decir hasta que su tamaño la haga inmanejable. Es mejor hacerlo a principios de la primavera o después de la floración.
La división puede presentar cierto riesgo para una orquidea en mal estado, con parte de sus sistema de raíces en descomposición. Recorte las raíces y divida la planta en partes sanas.
Proporciona a la planta un aspecto equilibrado y uniforme, tal y como haría antes de cambirla de maceta. Después, prepárala para dividirla en secciones, cada una de las cuales deberá incluir por lo menos dos y no más de tres seudobulbos con hojas.
Con un cuchillo esterilizado, corte el rizoma que une los grupos de seudobulbos, separándolos cuidadosamente,
Extrae la planta de su recipiente o soporte y desenrede las raíces, cortádolas si fuera necesario para separar las nuevas partes.
Recorta las raíces secas o quebradas, y quita los bulbos posteriores sin hojas.
Prepara macetas apropiadas con material de drenaje y plántalas siguiendo el procedimiento normal. Cada maceta debe ser lo suficientemente grande como para que quepan desarrolladas en un año. Pulverice regularmente hasta que aparezcan nuevos brotes.
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